A medida que los eventos de blanqueamiento de corales se vuelven más frecuentes y severos, se está produciendo una disminución global de la cubierta de coral. La restauración de corales puede ayudar, pero las técnicas siguen siendo en gran medida experimentales, logísticamente desafiantes y costosas.
Eso dicen los investigadores de Australia que acaban de anunciar el desarrollo de un modelo avanzado de detección remota diseñado para aliviar los desafíos de gestionar y restaurar los arrecifes de coral dañados.
El equipo del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (OBJETIVOS) y la Universidad de Australia Occidental (U.W.A.) dicen que su creación permite realizar un mapeo más preciso de los hábitats del fondo marino. Identifica automáticamente aquellos lugares donde los corales jóvenes tienen más posibilidades de afianzarse y prosperar.
Para su proyecto, los investigadores utilizaron datos disponibles públicamente del satélite Sentinel-2, validados con tecnología de punta. digital fotografías tomadas con cámaras de caída, para recopilar detalles de la altura y la forma de las características del arrecife en Scott Reef frente a la costa noroeste de Australia Occidental.
"El modelo incorpora muchos de los atributos clave del hábitat que los corales necesitan para su reclutamiento y supervivencia", afirma el autor principal del estudio, el Dr. Ben Radford.
“Luego podemos usar el modelo para ayudar a decidir qué áreas de arrecifes proteger o gestionar activamente para garantizar que los ciclos de vida de los corales continúen y, por lo tanto, ayudar a los arrecifes a reconstruirse después de eventos como el blanqueamiento de los corales.
"Queremos maximizar la supervivencia de los corales, porque, en primer lugar, es muy costoso emprender esfuerzos de restauración".
Combinación perfecta
Según los científicos, una combinación de factores hace que el lugar sea ideal para la restauración del arrecife. Para tener mayores posibilidades de éxito, se necesita un sustrato duro que se encuentre en un rango de profundidad relativamente estrecho. No debería experimentar demasiada energía de las olas, ni demasiado (o muy poco) calor o luz, ni estar expuesto durante las mareas bajas.
El tipo de sustrato es crítico, siendo un factor clave la presencia de algas coralinas costrosas (CCA). Al formar un esqueleto de carbonato de calcio que contribuye a la cementación y estabilización de los arrecifes, el CCA mejora las posibilidades de que las larvas de coral se asienten, pero no compite con ellas, como lo harían las algas del césped. Deben evitarse las zonas con escombros de coral desestabilizados o arena.
A diferencia de los modelos anteriores, se dice que el desarrollado por los científicos predice con precisión áreas de CCA, algas del césped, escombros de coral y arena a escalas de decenas a cientos de metros.
"No se pueden gestionar los corales a menos que se sepa dónde están distribuidos en el arrecife y los entornos que son, o no, adecuados para la supervivencia y reproducción a largo plazo", dice el coautor del estudio, el Dr. James Gilmour.
“Los modelos de hábitat ayudarán en última instancia a inferir cómo cambiarán los arrecifes en el futuro con el cambio climático y otras perturbaciones. Luego podremos explorar cómo ciertas intervenciones o actividades de gestión, como la restauración de arrecifes, pueden o no ayudar a su trayectoria en el futuro”.
EL estudio se publica en la revista Teledetección del medio ambiente.
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