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Jellyfish Lake, una atracción establecida desde hace mucho tiempo para los buceadores que visitan Palau en Micronesia, ha sido reabierto luego de un cierre de dos años para permitir que su población agotada se recupere.
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Una grave sequía en 2016 fue el factor principal en la drástica disminución de las medusas que provocó el cierre, aunque también se cree que las grandes cantidades de protector solar que ingresaron al agua contribuyeron a la disminución.
Ahora, la Fundación de Investigación de Arrecifes de Coral (CRRF), con sede en Palau, ha expresado optimismo después de monitorear el lago marino y descubrir que han aparecido muchos miles de nuevas medusas doradas. Su encuesta más reciente, realizada en diciembre, indicó una población de alrededor de 630,000 habitantes, una cifra que se esperaba que siguiera aumentando mientras las condiciones climáticas desempeñaran su papel.
El Mastigias papua etpisoni Es una subespecie de medusa dorada y no tiene aguijón. Se encuentra únicamente en el lago de 400 m de largo en la isla Eil Malk, parte de la laguna sur de Koror State Rock Island, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Las medusas disfrutan de una relación simbiótica con las algas del lago: su movimiento alrededor del lago agita el agua para proporcionar a las algas luz solar para la fotosíntesis y las algas les dan a cambio energía y nutrientes.
En su apogeo en 2005, se estimó que el lago contenía 30 millones de medusas, pero al año siguiente, un episodio de El Niño provocó que el agua se calentara, matando gran parte de las algas. La población disminuyó, pero se estabilizó en alrededor de 5 millones antes de que las medusas casi desaparecieran por completo en 2016.
El cierre del lago fue iniciado por la comunidad local, dijo a CNN Chris Lubber de Palau Dive Adventures.
“Los ancianos querían que se cerrara el lago para darle tiempo a recuperarse… técnicamente, el gobierno nunca lo cerró oficialmente. Muchas compañías turísticas responsables dejaron de realizar excursiones allí y, francamente, había tan pocas medusas que realmente no tenía sentido ir allí”.
La visita al lago, uno de los pocos sitios de este tipo en el mundo abiertos al público, figuraba desde hacía tiempo en los itinerarios de los buceadores que visitaban Palau, aunque sólo se permite el snorkel.
Debajo de una capa rosada de bacterias de 2 m de espesor que comienza a una profundidad de 13 m no hay luz ni oxígeno, sólo gas tóxico de sulfuro de hidrógeno disuelto que se extiende hasta el fondo del lago de 30 m de profundidad.