Se ha observado que los delfines mulares se “alimentan en cráteres”: se sumergen profundamente en los fondos marinos arenosos para recuperar presas escondidas.
Ahora se cree que, si bien utilizan su familiar capacidad de localización por eco para detectar criaturas comestibles enterradas a una profundidad de hasta 30 m bajo la arena, una vez que su propia tribuna y sus ojos están enterrados en el sedimento, pasan a utilizar una capacidad previamente desconocida para detectar señales eléctricas débiles. campos. Esto les permite concentrarse con una precisión impresionante en sus presas invisibles.
Tanto nariz de botella (Tursiops truncatus) y delfines de Guayana (Sotalia guianensis) ahora se sabe que emplean para este propósito una línea de sensibles hoyuelos en sus rostros que habrían albergado bigotes cuando nacieron. Los bigotes se caen a medida que crecen, dejando atrás los "pozos vibrisales" que sirven como sensores.
Investigadores de la Universidad de Rostock trabajaron con los delfines mulares cautivos Dolly y Donna en el zoológico de Núremberg para descubrir exactamente qué tan sensibles eran estos electrorreceptores.
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Todas las criaturas marinas generan débiles corrientes eléctricas continuas (CC), así como pulsos alternos (CA) cuando mueven partes del cuerpo, como las branquias, al respirar. Los dos delfines fueron entrenados para apoyar sus rostros contra una barra de metal con electrodos en el agua, y gradualmente aprendieron a alejarse nadando de ella cinco segundos después de detectar un campo eléctrico, para ganar recompensas.
La fuerza del campo se fue reduciendo progresivamente con el tiempo. Ambos delfines demostraron una precisión del 90% en la detección de campos de CC por debajo de 125 microvoltios por centímetro. La tasa de detección de Dolly se redujo al 50 % solo una vez que la señal llegó a tan solo 5.4 microvoltios, mientras que Donna continuó detectando señales de hasta 3 microvoltios con una precisión del 80 %. Fue sólo con 2 microvoltios que su tasa de éxito cayó al 3%.
Con corriente alterna, Dolly y Donna pudieron captar señales tan débiles como 28.9 y 11.7 microvoltios respectivamente.
Cuando los campos eléctricos estaban en su punto más débil, se vio a Dolly moviendo su tribuna como si buscara la corriente, lo que coincide con un comportamiento comúnmente observado durante la alimentación de cráteres.
Se necesitan más experimentos para demostrar más allá de toda duda que los delfines utilizan sus electrorreceptores con el fin de buscar alimento y también para ayudarles a navegar utilizando el campo magnético de la Tierra.
Dr. Tim Hüttner, biólogo y asistente de investigación del zoo, fue el autor principal del estudio junto con el profesor Guido Dehnhardt, catedrático de ecología sensorial y cognitiva de la universidad. Su investigación se publica en el Revista de biología experimental.
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