Buzos de cuevas han descubierto cráneos y huesos de osos extintos y animales parecidos a lobos en la península de Yucatán en México, y los paleontólogos han descrito el descubrimiento como innovador.
El experto Blaine Schubert, de la Universidad Estatal del Este de Tennessee, llamó a buzos profesionales para ayudar a su equipo a recuperar los restos fosilizados de la cueva Hoyo Negro, un pozo inundado en forma de campana de unos 60 m de ancho y 55 m bajo el nivel del mar.
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La cueva marca el punto de intersección de tres pasajes, creando una trampa natural para los animales. El agua derretida del glaciar que inundó la cueva después de sus muertes habría ayudado a preservar sus huesos.
Los buzos encontraron fósiles de siete osos individuales de la especie. Arctotherium wingei, que estaba relacionado con el oso prehistórico de cara corta, que se cree que es el más grande que jamás haya existido. El colágeno conservado en un diente permitió al equipo datar los restos hace unos 11,000 años, al final del período Pleistoceno.
También se encontraron fósiles de otro gran mamífero carnívoro, Protocyon trogloditas, una criatura extinta parecida a un lobo.
En las cuevas de Hoyo Negro se han realizado durante los últimos 12 años una serie de descubrimientos de animales prehistóricos y también de esqueletos humanos, que datan de hasta 40,000 años, pero el último hallazgo es particularmente significativo para los paleontólogos.
No se sabía que ninguna especie existiera al norte de América del Sur antes de la expedición. Debido a sus climas tropicales, América Central y el sureste de México tienen un registro fósil pobre del evento prehistórico denominado "el Gran Intercambio Biótico Americano".
Esto ocurrió después de que el istmo de Panamá se elevara y creara un puente terrestre entre América del Norte y del Sur hace unos 3 millones de años, permitiendo migraciones en ambas direcciones. Ambos mamíferos encontrados parecían descender de especies norteamericanas que mucho antes se habían trasladado al sur, pero luego habían migrado de regreso al norte.
El descubrimiento, que ahora ha ampliado su distribución conocida a más de 1200 millas al norte de América del Sur, se describe en Royal Society Biology Letters.