Inspirado por los rumores locales, un arqueólogo de la Universidad Van Yüzüncü Yil en las orillas del lago se asoció con tres buzos independientes para realizar el hallazgo.
Creen que los restos se remontan a la antigua nación de Urartu, que abarcaba lo que hoy es Turquía, la cercana Irán y Armenia.
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Los buzos han pasado unos 10 años explorando el lago, conocido por los visitantes por sus sorprendentes aguas color turquesa y por su reputado monstruo.
En ese momento se habían topado con un naufragio ruso y grandes microbiolitas (estructuras naturales acretadas), pero los restos arqueológicos son una novedad.
El buzo principal y fotógrafo Tahsin Ceylan dijo a la prensa turca que la fortaleza cubría un área de 100 hectáreas, con muros de piedra cuidadosamente tallados que alcanzaban entre 3 y 4 metros de altura, aunque el equipo no sabía cuánto más de la estructura podría estar enterrada.
Las aguas alcalinas del lago habían servido para preservar las zonas expuestas.
El equipo ahora planea continuar examinando los antiguos restos submarinos con miras a la excavación.