Cualquier buceador que observe una tortuga marina girando salvajemente en el agua está observando un "baile" instintivo mientras el animal intenta orientarse con el campo magnético de la Tierra.
Científicos de la Universidad de Carolina del Norte (UNC) en Chapel Hill acaban de publicar lo que creen que es un estudio innovador sobre cómo navegan las tortugas.
La bióloga y autora principal del estudio, Kayla Goforth, reciente candidata a doctorado en la UNC, ideó una hipótesis sobre la capacidad de las tortugas de regresar repetidamente a los mismos sitios de alimentación, incluso si eso significa nadar alrededor de la Tierra.
“Kayla empezó a preguntarse si podíamos lograr que las tortugas asociaran la firma magnética de un área geográfica con la comida y, por lo tanto, representaran este comportamiento de danza de tortuga”, dijo el profesor Kenneth Lohmann, quien junto con su esposa Catherine dirige el Laboratorio Lohmann del departamento de biología.
“Ella realmente tomó la iniciativa en esto”, dijo sobre el experimento de Goforth para probar la hipótesis. “Al principio no estaba del todo seguro de si funcionaría, pero nos alegró que lo intentara, y resultó sorprendentemente bien”.

El equipo condicionó a las tortugas bobas cautivas a ciertos campos magnéticos replicando los de varias ubicaciones oceánicas, alimentando repetidamente a las tortugas en algunos lugares pero no en otros.
Cuando más tarde se los expuso a los campos en los que habían sido alimentados previamente, su comportamiento salvaje de “baile de tortuga” indicó que asociaban la firma magnética con la comida.
Cuando se excitaban con una firma magnética familiar, las tortugas levantaban la cabeza fuera del agua, abrían la boca, golpeaban sus aletas y, a veces, giraban en círculos.
Según el equipo de Goforth, utilizan su “sentido de mapa magnético”, pero también tienen un “sentido de brújula magnética” que les permite moverse en direcciones particulares.
¿Sentido del mapa o de la brújula?
En colaboración con el departamento de física y astronomía de la UNC, el equipo investigó los efectos de los campos magnéticos oscilantes de radiofrecuencia en los sentidos magnéticos de las tortugas. Se sorprendieron al descubrir que, si bien los campos no tenían ningún efecto sobre el sentido cartográfico, sí afectaban la capacidad de las tortugas para utilizar el sentido de la brújula y orientarse.

“Esto sugiere que existen dos mecanismos diferentes para el mapa magnético y la brújula, y que podrían haber evolucionado por separado”, dijo Goforth.
Ahora continúa su investigación postdoctoral en la Universidad Texas A&M para explorar estos procesos más a fondo, aunque ahora utilizando mariposas monarcas en lugar de tortugas.
“Sabemos que para el sentido de la vista tenemos ojos; para el del olfato, nariz; y para el de la audición, oídos, pero no se ha identificado ningún receptor de ese tipo para el sentido magnético, y el mecanismo sigue siendo desconocido”, afirma Goforth.
El estudio acaba de ser publicado in Nature.
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