Los buceadores lo saben muy bien: las epidemias de barotrauma que se producen en un crucero de buceo o en viajes de buceo largos no se deben a la interferencia de alguna entidad sobrenatural, sino a errores de compensación. Por lo que sabemos, el infame Fantasma de los Corales Muertos, el principal sospechoso de anomalías eléctricas y misteriosos hundimientos de barcos, no se mete con los oídos de los buceadores.
Condición antinatural
Equilibrar mientras la presión ambiental aumenta rápidamente no es una habilidad requerida en el entorno natural de los humanos como animales terrestres. Sólo necesitamos compensar mecánicamente en condiciones particulares, como en la fase de aterrizaje de un avión o durante un descenso por la columna de agua.
Bajando una montaña a pie no necesitamos igualar. Saltar desde la cima de la cara norte del Monte Eiger posiblemente podría causar la necesidad de igualar, pero la naturaleza parece haber eliminado los genes de aquellos que en un momento u otro de la evolución humana habrían dado su consentimiento para participar en tal experimento.
Sin duda algunos buceadores pueden igualar con facilidad, casi sin darse cuenta. ¿Quién sabe si descienden de poblaciones que se aventuraron bajo el agua o de los descendientes olvidados de aquellos que descendieron del Eiger?
El arte de igualar
Los buceadores respiramos constantemente a través de un regulador, lo que nos permite mantener nuestros pulmones a su volumen normal y utilizar cualquier técnica de compensación a cualquier profundidad. Además, el uso de las técnicas Frenzel y de manos libres se ve facilitado por el aire que entra en la cavidad bucal a través del regulador. Lo tenemos fácil.
Los verdaderos artistas y sumos sacerdotes de la compensación se encuentran en la apnea. Los apneístas no respiran a través de un regulador. Para ellos, la maniobra de Valsalva deja de funcionar a profundidades tan bajas como 10 m.
Para utilizar las técnicas de Frenzel y manos libres, los apneistas primero deben mover el aire desde sus pulmones hacia sus cavidades bucales mediante una variedad de técnicas, dependiendo de la profundidad.
Valsalva, una técnica sobrevalorada
La técnica más conocida y utilizada entre los buceadores es rechazada por los apneístas debido a su potencial limitado. Toma su nombre de Antonio María Valsalva, un anatomista italiano del siglo XVII.
También fue el primero en notar que esta maniobra afecta la presión del sistema intratorácico y del corazón. La maniobra de Valsalva se considera hoy una de las causas que favorecen la migración de microburbujas de una aurícula a otra en buceadores con PFO (Foramen Oval permeable).
Sin embargo, esta no es la razón por la que los apneistas la rechazan: debido a que los pulmones de los apneístas se comprimen en la profundidad, la presión abdominal ya no se puede usar para reducir aún más el volumen pulmonar a profundidades tan superficiales como 10 m, lo que hace que esta técnica sea imposible de usar.
El invento del doctor Frenzel
Dos siglos y medio después, concretamente en 1938, el otorrinolaringólogo Dr. Hermann Frenzel, oficial de la Luftwaffe alemana, desarrolló una técnica que enseñó a los pilotos de los Stuka, los infames bombarderos en picado.
En esta técnica, la lengua entra en juego empujando el aire hacia arriba y hacia la parte posterior del paladar, de modo que el volumen disminuye. Como la glotis está cerrada, la presión aumenta. El paladar blando está abierto y las fosas nasales cerradas.
El aumento de presión en la cavidad nasal induce la apertura de las trompas de Eustaquio. En algunas personas, la apertura de las trompas se facilita mediante un efecto mecánico que permite que las trompas se abran a una presión más baja.
La maniobra de Frenzel se puede realizar de dos formas diferentes. El primero se basa 100% en la presión generada por el movimiento de la lengua.
El segundo utiliza un 50% de presión y un 50% de biomecánica: las trompas se abren debido al movimiento de la lengua y la contracción de la nasofaringe superior. En cualquiera de las versiones, la maniobra de Frenzel reduce la tensión en el oído medio y el esfuerzo de ecualización.
Manos libres
En tierra, el gesto de taparse las fosas nasales con el pulgar y el índice suele ser señal de un olor desagradable. Bajo el agua y entre buceadores, la misma señal significa algo completamente diferente: el instructor o el compañero nos recuerdan que debemos compensar.
Esta simple señal puede inducir a una idea errónea: muchos buceadores no saben que con un poco de práctica es posible ecualizar sin siquiera tocarse la nariz.
Mediante la técnica de manos libres, el buceador abre el paladar blando, lo que permite que el aire del regulador (a presión ambiental) llene la cavidad nasal y abra mecánicamente los conductos. Durante el descenso, la presión dentro del oído medio y la presión ambiental se igualan automáticamente.
Ya hemos descrito tres técnicas aquí, pero para los apneístas dispuestos a superar los 30 m de profundidad, esto puede no ser suficiente.
Estos buceadores confían en sus propias versiones avanzadas de la maniobra de Frenzel y la técnica de manos libres y, en última instancia, en algo llamado técnica de llenado de la boca. En este último, el apneista utiliza la boca y las mejillas como compresor para empujar el aire hacia el oído medio.
La posición del buceador.
Excepto en la disciplina sin límites, los apneístas siempre bucean cabeza abajo. Los buceadores pueden permitirse el lujo de descender (e igualar) más cómodamente en posición horizontal o con los pies hacia abajo.
Cabe señalar que utilizar la maniobra de Valsalva con la cabeza hacia abajo puede ser perjudicial para un buceador debido a un mayor riesgo de sobrepresurizar y congestionar el oído medio e interno del buceador.
El ritmo de la igualación
Si bien aprendemos a escuchar mejor a nuestros cuerpos con la práctica y con el tiempo, los errores de ecualización pueden persistir. Aunque los libros de texto son muy claros acerca de igualar antes de que sintamos malestar, ¿cuántas veces necesitamos que nuestros oídos nos lo recuerden?
Logopedia para buceadores
Aprender a controlar los músculos de su cuerpo es un antiguo desafío para el homo sapiens. Para caminar erguido, hablar, cantar, escribir a máquina o tocar el piano, nuestro cuerpo requiere una coordinación precisa entre nuestro sistema muscular y el sistema nervioso.
En la logopedia, los pacientes aprenden a tomar conciencia de las funciones y acciones de los músculos y órganos que intervienen en la formación del habla. Este aspecto de la logopedia se ha convertido en una parte integral del entrenamiento de los buceadores que buscan mejorar su rendimiento y seguridad durante el descenso.
¿Quién hubiera pensado que mover y controlar la lengua, o formar los sonidos 'T', 'Ka' y 'N' bajo el agua, podría hacer que tus oídos estuvieran más seguros y cómodos?
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Este artículo fue publicado originalmente en Buzo Reino Unido #78
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