El buzo
El buzo era un hombre de 58 años con aproximadamente 150 inmersiones en su vida. Tenía hipotiroidismo (niveles bajos de hormona tiroidea) por lo que tomaba levotiroxina diariamente. No tenía otros problemas médicos y reportó estar en buena forma física.
Las inmersiones
El buzo y un acompañante estaban de vacaciones en el Caribe y tenían previsto bucear todos los días. Habían programado dos inmersiones por la mañana y dos por la tarde cada día. En su primera inmersión, el mar estaba en calma y la corriente era mínima. Después de una orientación sobre el lugar y una sesión informativa sobre el buceo, descendieron a 20 m durante 35 minutos mientras respiraban aire.
La inmersión transcurrió prácticamente sin incidentes, pero el buzo informó dificultades menores para compensar su oído derecho. Manifestó que no fue suficiente para causarle molestias o hacerle abortar la inmersión. Sin embargo, mientras se quitaba el equipo, empezó a sentirse mareado. El mareo pronto se convirtió en verdadero vértigo (sensación de dar vueltas) y vomitó dos veces. También tenía dificultades para ponerse de pie.
La tripulación del barco colocó al buzo en posición de recuperación y le proporcionó oxígeno en la mayor concentración posible. El oxígeno hizo poco para mejorar sus síntomas. Una vez que todos los buzos estuvieron nuevamente a bordo, el barco regresó al muelle. La tripulación se puso en contacto con los servicios médicos de emergencia (EMS) mientras el barco estaba navegando, y la tripulación del EMS los recibió en el muelle. De camino al hospital, el buzo se dio cuenta de que el vértigo estaba remitiendo. Cuando llegaron al hospital, podía sentarse erguido y las náuseas habían desaparecido.
La evaluación
El personal del hospital trabajó eficientemente para evaluar a este buzo. Le realizaron un electrocardiograma (ECG) y análisis de sangre de rutina para determinar si había algún problema cardiovascular. El médico realizó un examen neurológico y comprobó que el buzo podía caminar normalmente sin ayuda. Podía caminar fácilmente desde los talones hasta los pies y mantener el equilibrio. Su coordinación, reflejos y función motora eran todos normales. No mostró problemas de memoria a corto plazo y su única queja era una audición amortiguada en su oído derecho.
El médico le examinó los oídos. El oído izquierdo parecía normal sin signos de barotrauma. El médico no pudo evaluar el oído derecho debido al cerumen impactado (cerumen) que bloquea el canal auditivo. Después de irrigar la cera del canal, el médico pudo evaluar el tímpano del buzo, que presentaba un leve enrojecimiento. La eliminación de la cera había aliviado el oído amortiguado del buzo. Todos los resultados de las pruebas fueron normales y el buzo fue devuelto al resort. El médico recomendó que el buzo no buceara al día siguiente por cuestión de prudencia, pero dijo que podía volver a bucear al día siguiente siempre que no tuviera más problemas.
Discusión
Es imposible afirmar con absoluta certeza qué ocurrió con este buzo. A partir de la información disponible, podemos especular razonablemente lo que pudo haber sucedido. El cuerpo produce cerumen de forma natural, que es necesario para una buena salud del oído. Sin embargo, algunas personas son más propensas que otras a acumular demasiado cerumen. Esta condición tiene poco que ver con la higiene y es fácil de manejar. También es fácil no saber que tiene un exceso de acumulación de cerumen hasta que crea un problema.
El exceso de cerumen puede actuar como un tapón para los oídos sin ventilación. A medida que la presión del agua aumenta durante el descenso, puede haber un espacio de aire entre el tapón de cerumen y el tímpano. El tapón es empujado hacia el tímpano, comprimiendo el espacio aéreo. Esta compresión fue probablemente la razón por la que el buzo tuvo algunas dificultades para compensar su oído derecho. El aire comprimido no permitía que el tímpano se moviera con facilidad cuando estaba igualando el espacio del oído medio en el lado derecho.
El tapón de cerumen puede introducirse más profundamente en el canal auditivo durante el descenso. Durante el ascenso, probablemente no volverá a su posición original (aunque el aire que estaba comprimido se expandirá a medida que disminuya la presión ambiental). Esto puede causar una diferencia de presión entre los dos oídos, lo que puede desencadenar vértigo alternobárico, una sensación de giro causada por la presurización diferencial de los oídos.
El hecho de que este buzo no tuviera síntomas agudos al principio sugiere que el aire en expansión tenía un pasaje para escapar a través del cerumen. Cuando los síntomas del buceador empeoraron abruptamente, ese pasaje probablemente se bloqueó y la expansión del aire provocó vértigo alternobárico. Durante el viaje en la ambulancia, el buzo experimentó una reducción de los síntomas y, cuando llegó al hospital, informó una resolución completa de sus síntomas, además de una pérdida de audición. Lo más probable es que el aire en expansión encontrara un paso a través del cerumen que permitiera igualar la presión en ambos oídos.
Conclusión
Este escenario le podría pasar a cualquier buceador. La prevención es fácil: considere irrigar sus canales auditivos antes de irse de vacaciones de buceo. Los kits de eliminación de cerumen están disponibles en las farmacias locales. También puede utilizar una pera de pera simple para enjuagar los canales auditivos con agua tibia y jabón. Al igual que con cualquier cosa relacionada con su salud física, asegúrese de hablar sobre esta afección con su proveedor de atención médica.
La tripulación de este barco de buceo hizo lo correcto al garantizar que un profesional médico evaluara a este buzo. Si tienes algún síntoma o inquietud después de bucear, no dudes en comunicarte con la línea directa de emergencia de DAN.